domingo, 25 de marzo de 2018

Poemario 1976 (8)

Como el aire de la mañana,
que apacigua la resaca de mis sueños,
necesito volver a sentirme.
Mis cercos son cada vez más altos,
nunca más estrechos,
no siento el ahogo opresor
y, sin embargo, estoy deshecho.
Vivo preso de este cuerpo,
que no puede contenerme,
quiero ser uno y no varios,
busco la verdad donde no existe.
Extiendo mis brazos hacia el infinito
y no consigo más que alcanzarme.
Jamás podré llegar donde el espacio
pierde toda razón de ser,
jamás podré conseguir, de mi consciencia,
crear una imagen irreal.
Vosotros, que estudiáis mis reacciones,
jamás comprenderéis mi poesía,
que extrae del remoto surco
la savia de la vida consecuente,
la paz de la verdadera vida.
Un solo fragmento de realidad
existe dentro de este mundo,
una sola ilusión que me contiene.
No sois, no somos, más que polvo,
pobres seres deformes,
que intentamos buscar lo verdadero
sin preocuparnos siquiera de vivirlo.
Y, por eso, dejo aquí mi manifiesto,
débil venganza de una vida
entregada a deshacernos.
7-76


Apacienta con tu esencia mi apetito,
que jamás estuvo tan desconsolado,
permite que la noche lo cobije
y que el día no hiera tu presencia.
Es la noche la que trae
las hermosas vivencias,
los cráteres de la luna,
la hilera de luces de un tren,
el resplandor de un sueño.
Bebe de mis labios el jugo
de amargo sabor a derrota,
que cuando el día viole tu imagen,
moriré junto a ti.
7-76


Catorce balas hundidas
en el pecho del traidor
y un hálito de esperanza
que escapa de vuestras bocas.
Habéis roto el maleficio
y os sentís amparadas por momentos,
pero sabéis que habrá otros
que denunciarán vuestras obras.
No podéis permanecer
en eterna vigilancia
y algún día, la embriaguez
evidenciará vuestra clandestinidad.
Jamás permitiré, de vosotras,
que muráis ocultas en mi
porque sois toda mi esperanza.


7-76


Entiende lo que la vida intenta decirte,
escucha sin miedo la voz de la mente,
aprieta contra tus tímpanos las palabras,
despeja tu cerebro condicionado,
espera el fin del comienzo,
acorta la línea que te limita,
pierde el temor ante la vida,
juzga con precisión tus propios actos,
permite a tu espíritu su emancipación
y jamás te verás obligado
a estar encarcelado entre hombres
ni a depender de los sentimientos ajenos,
porque serás uno, individuo,
autónomo e independiente.
7-76



Acuérdate de que existo,
cuando ya no haya remedio
para atajar mi huída,
acuérdate que, una vez, estuvimos
y que fuimos otros,
acuérdate que el día no viene solo
y que la gente resulta distinta.
Pero, olvida los temores
y la hipocresía de ayer,
que otros vendrán, en nuestro lugar,
a preocuparse de lo absurdo.
Acuérdate de que no existe
la muerte como antítesis de la vida
sino como oposición al no ser.
La lucha que un día perdiste
jamás vendrá a revalidarse.
El hombre, incapaz de suprimir ideas,
jamás llegará a formar otro mundo.
Acuérdate de todo eso.


7-76

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