lunes, 30 de abril de 2018

Poemario 1976 (11)

Rasgo el papel, como única defensa,
manipulando palabras,
protestando en silencio,
aislado en mi castillo mental.

Intento reflejar una idea,
que permanece clara en mis sentidos
y se niega a ser dominio de la voz
que la hiere.

Escupo mis pasiones,
retratos de mi sentir,
para que un día, me quede constancia
de que he sabido vivir.

Oigo, siento y veo
y escribo para olvidar que puedo hacerlo
y descargar mi conciencia
que empieza a estar abotargada.

No escribo para nadie
que elogie mis bellas palabras
o pueda comprar un trozo de mi vida,
escribo para el hombre que soy.

5-76
Hace tiempo, que perdió las noches frescas
y dejó atrás el divertido juego
de la entrevista afirmación,
que intencionadamente, da rendija de esperanza.
El camuflaje que ocultaba su secreto
sigue siendo el de siempre,
pero, ahora, oculta muy poco,
aunque quisiera volver a correr.
Su tiempo pasó, sin darse cuenta
y ahora, es tarde para rectificar.
Algún día, suspirará implorando
y, tal vez, el motivo de su fe
le conteste alguna palabra.
En el fondo, no lo espera,
pero le haría feliz.

5-76
Entónese, impensante señor,
arregle su estado macizo y opaco
y emprenda, con pompa y pecho,
la dulce carrera de la retórica,
que, grabada en la cinta magnética
de su poco ondulado cerebro,
surge seria y dictatorial.
Maldiga el motivo que me impulsa,
critique cualquiera de mis actos
y corra, ¡corra más! ¡no me alcanza!...
¿Cansado su corpachón, buen hombre?
¿O, tal vez, se diga “señor”?
Volveremos a encontrarnos otro día
y, tal vez, consiga atraparme.

5-76
La dulce noche se acaba,
ya todo termina en el asfalto
y mis pensamientos despegan,
dejándome atrás, por un momento.
Algunas veces, chocan entre si
y mis ojos, húmedos de llanto,
me dicen que soy uno más.
He perdido la visión de lo lógico,
no puedo contener el desgarro
y me arrastro a mis pies,
como un silbido de deseo.
Calmada mi ansiedad,
procuro pasar bien alto
por entre las tumbas de cada día.
Deseo que vuelva la noche,
como deseo que vuelvan mis palabras,
alcanzo a comprender lo incomprensible,
pero no puedo contar con todos.

5-76
…y, si encuentras quien te guíe,
síguelo, no lo dudes,
yo no quiero ayudarte.
Habrá alguien que te diga
lo que nunca significaste.
Pero no le temas al silencio
que tuve siempre;
no pude ser sincero
con la mentira que representa
todo el encanto que emanas.
Siempre conservarás las palabras
que en estos momentos escribo,
aunque solo sea por decir
que fui tu posesión de unos días.

5-76
Sobre sus cejas negras, casi grises,
obligadas a caer por nada,
presidían las arrugas su frente,
surcándola paralelas y grasientas.
Sus pasos, cortos y constantes,
dirigían su marcha, libres de dictamen,
hacia cualquier sitio acostumbrado.
Su cerebro no pensaba consciente
y su boca tarareaba canciones
que sus oídos no escuchaban.
De pronto, la sangre, de un rojo insultante,
chapoteó bajo sus pies descalzos
en una provocación sexual,
extremada y constante.
Al fin, estaba en casa.

5-76 

No hay comentarios:

Publicar un comentario