domingo, 13 de mayo de 2018

¿La luna?

¿La luna?


       Estaba sentado en uno de los bancos de una de las plazas de la ciudad, era una noche estupenda, los sexos, unidos, paseaban por delante de mí, el canto de un grillo se oía, de vez en cuando.

De pronto, cansado de mi posición, alzo la vista y veo, en la envoltura azul de la Tierra, unos agujeritos muy pequeños, que se repartían por toda ella. A mi izquierda, también en lo alto, un gran agujero, tapado por un cristal incoloro, brillaba contra mis ojos.

La luz que salía de estos agujeros era maravillosamente hermosa y proyectaba mi sombra sobre la peluda manta verde de los jardines. Era una luz suave que no dañaba la vista.

Inmediatamente, pensé que lo que la producía, no era otra cosa, que el exterior de la capa envolvente. Me construí un gran telescopio de papel y miré hacia el agujero más grande con detenimiento, pero no pude ver más que la luz y algunas sombras.

Al ver las sombras, pensé que eran seres, que se asomaban al cristal para ver nuestras casas y a nuestras gentes. Gesticulé con los brazos, para ver si me contestaban, pero seguían allí sin darse por enterados.

En ese momento, pasó un señor vestido de noche oscura y le pregunté si sabía lo que había fuera de la envoltura.

- Nada, me dijo, no hay nada.

- Entonces, esa luz que se ve...

- Esa luz es la luna, la luna y las estrellas.

Y se fue, caminando hacia la oscuridad, para perderse en ella.

- ¡Oiga! ¿Y las sombras?...

Pero siguió caminando, sin volverse a mirarme. Y yo me quedé sin saber qué era la luna...






30-9-74

No hay comentarios:

Publicar un comentario