jueves, 3 de mayo de 2018

Poemario '77 (2)

Porque te quiero más que a nada,
porque no hay nada sobre nada,
que pueda desviarme de la huella,
porque eres el aliento que me mueve
y el sosiego que amansa mi pesadumbre,
porque, sin ser más, eres suficiente,
porque tu sombra me estremece entre las olas,
que distraídas, ondulan mis ideas,
porque tu olor me recuerda perfumes de infancia,
arrullados por el calor de la franela,
porque te filtras por mis poros
y absorbes todo el éter que me amansa,
porque eres tú, sin más comentarios,
sin un fichaje repensado,
día tras día, masticado y digerido,
sino libre pensamiento,
capaz de reclinarse sobre lo hermoso
por encima de lo verdadero…
Por todas estas cosas,
te pinto de blanco en mis poemas,
de un blanco virginal y puro,
inocente y casi etéreo, imaginado.
Y te vivo y te ensalzo mientras vivo,
pues eres fruto mismo de mis actos
y, a la vez, fuente de mi sapiencia,
corazón que bombea mi sangre,
arteria principal de mi existencia aquí
y te pinto de blanco,
aunque, a veces, seas rojo,
de sangre y sin embargo, de labios,
porque la herida que me hiciste,
desgarrando mis entrañas con esfuerzo,
permanece abierta y húmeda,
perfecta en sus matices
y de ella bebieron
centenares de personas sedientas
de sangre.
Eres blanco, para mí, por siempre
y virginal, aunque te tachen con lodo
y cada noche, doce pensamientos
se clavarán en el centro de tu diana
para recordarte que en mí
existe, todavía, un hombre a quien acariciar.

17-1-77

Me dicen y he leído
que, contra toda teoría,
el hombre,
nuestro hombre,
no logrará agotar las reservas
que está ofreciendo Natura a sus cachorros.

Me dicen y he leído
que el hombre, nuestro hombre,
hervirá de rabia hasta explotar
y llevará al hombre, nuestro pobre hombre,
a su total destrucción.

Me dicen y he leído
que con las bombas que posee
el hombre, nuestro hombre,
se pueden desintegrar tres mundos.
Lo dicen y lo he leído,
pero me niego a creerlo
y no, por fé,

Necesito mucho tiempo
para fermentar lentamente
como la buena cerveza
y para darle al hombre,
mi pobrecito hombre,
un trozo de alegría que no ha visto
porque está escondido en lo más visible.

Al hombre, a nuestro hombre,
le ruego, desde mi celda,
un poco más de paciencia
para con el hombre,
que, al fin y al cabo,
es nuestro hombre.

18-1-77
Ayer fui testigo de la justicia
y pude comprobar cómo la ley
ponía en práctica su perfecta teoría.
Ayer fue ejecutado Gary Gilmore,
acusado de dar muerte a dos personas.
Ayer, cinco personas, hombres honrados,
apuntaron sus rifles, calibre 30,
contra un corazón de trapo,
irónica alusión desnaturalizada,
que pendía de un cuerpo lleno de vida,
para matar todo indicio de latido,
todo ello por cinco mil pesetas,
que marca la ley, sea el pago
que perciba el “gran cazador”.

Gary Gilmore ha muerto,
ha sido asesinado
por millones de hombres,
que se sienten orgullosos
de lo que ellos llaman sociedad,
una sociedad asocial, que no perdona
y que, como en tiempos de Hammurabi,
emplea el “Ojo por ojo, diente por diente”.
Descanse en paz Gary Gilmore,
Descanse en paz la conciencia del hombre.

18-1-77
El hombre está solo,
está solo, si
y, por ahora, no podrá remediarlo,
caminará por el sendero mixto,
mezcla de curvas y rectas,
pendientes, repechos y llanos,
tropezando, una y mil veces,
consigo mismo,
con sus propias palabras huecas.

Él ha perdido lo más bello
o está a punto de perderlo,
deshumaniza al ser humano
y se degrada, poco a poco,
construye ingenios pendencieros
destinados a matarle
y deja en manos de la técnica
lo más hermoso de su vida:
la vida misma.

Y mientras tanto, la miseria
va comiendo sus despojos,
carcomiendo sus cerebros,
horadando su ya cansada moralidad
y mientras tanto, la guerra
va minando su descendencia,
perturbando, si aún es posible,
su libertad y su paz.

Y mientras tanto, la poesía,
la pintura, la escultura,
la música, la belleza, 
van pasando inadvertidas,
testigos de la masacre,
como documento histórico
de lo que se da en llamar
evolución.

He pensado, pues, 
renunciar a vosotros,
hermanastros ocasionales,
hasta que hayamos comprendido,
uno por uno, los preceptos
del verdadero hombre,
del verdadero homo.

Y mientras tanto,
seguiré gruñendo en el anonimato,
que es donde siempre he vivido.

25-1-77

He cogido la pluma y la agenda
y no tengo nada que escribir,
pero tal vez sea éste el momento
para desarrollar ideas trascendentes
sin caer en fanatismos
ni estúpidas contradicciones.
He intentado. muchas veces,
acercarme a la verdad,
como a un refugio de la vida,
seguro por su confianza
y temeroso, a la vez, de equivocarme.
Algunas veces, las más,
he obrado como si nadie
supiera más que yo sobre estos temas
y algunas veces, las más,
ha quedado en mi la duda
que, transformada en recuerdo,
pasa a engrosar la larga colección
de mis contradicciones.
A pesar de mi dureza,
soy flexible con las leyes,
leyes, dictadas por mi,
que sentencian y concretan
las acciones de los hombres,
clasificándolos y etiquetándolos
por su apariencia a mis ojos.
Y he querido dar una imagen
para librarme un poco del compromiso
de cualquier afirmación tajante.
Hoy, a mí mismo,
no tengo nada que escribir,
solo una cosa, vergüenza,
solo un consuelo, las letras
para el hombre que no puede
dejar de parecerse a los demás.

27-1-77
A los “ultras” con todo el odio
que ocupa mis vísceras.


Enterrar en un hoyo seis muertes
es algo más fuerte que nosotros,
tirar por la borda seis vidas,
despilfarradas inútilmente,
es mucho más importante que nosotros,
anclar la trayectoria de seis hombres,
por el placer de seguir sin trabas,
es mucho capricho para nosotros,
pues, si hay algo más importante que la muerte,
es la propia vida
y si hay algo superior a nosotros,
es el resto de la humanidad.
¿Con qué derecho, asesino,
robaste la vida de seis personas,
convirtiendo sus latidos
en nombres para recordar?

27-1-77


Perdido ante la inseguridad,
surge indolente de su madriguera
sin saber siquiera quien es,
ante el mundo se comporta como ciego
y nadie le cree capaz de ganar
ni con la ayuda del Dios “Todopoderoso”.
Algunas veces, le concedieron dispensa,
pero nunca le reconocieron nada.
El hombre de las cavernas
ha nacido entre plástico y papel,
desfallecido para la incubadora,
no tiene un puesto en la sociedad,
no tiene un lugar en la vida
y pierde, siempre que intenta.
Si alguna vez quiso compararse
con los genios de otras eras,
se le negó toda identidad
y si alguna vez pensó
compararse con los de esta,
le tacharon de peligroso.
Nació algún tiempo después de ser vivo
y con la etiqueta de muerto,
transcurrirá por la vida,
no sirven para nada sus ideas,
hasta que no las iguale con el todo
y un día, morirá en el anonimato
y solo dos o tres personas llorarán por él.
Hace diecinueve o veinte años
 que está muerto en vida
y, sin embargo, insiste en ignorarlo .

28-1-77

No hay comentarios:

Publicar un comentario