lunes, 25 de junio de 2018

Poemario '77 (4)



Hoy, más que otras veces,
intento componer con mi pensamiento
un retrato que se acerque
a cómo has de ser tú.
Hoy, más que otras veces,
te veo hermosa y suave,
dulce e inteligente,
lejana e inalcanzable.
Hoy, más que otras veces,
exploro tu posible indicio,
con la meticulosidad del cirujano,
convencido de tu existencia.
Hoy, más que otras veces,
te busco por la calle, entre la gente,
ansioso por encontrar tus ojos
entre cientos inexpresivos.
Hoy, más que otras veces,
te deseo, porque
hoy, más que nunca,
me haces falta.


5-2-1977



Aquel que se acerque al mundo
con la única intención de honrarlo,
será concebido por todos
como hijo de la Anarquía.
Aquel que, dejando fanatismos,
se dedique a enseñar la belleza,
será honrado por la Anarquía.
Aquel que desdeñe el lucro material
y acepte la realización intelectual,
será enseñado por la Anarquía.
Aquel que consiga vencer
la diferencia entre hombre y humano,
será realizado en la Anarquía.
Aquel que pueda trabajar
y ser parte de su obra,
será pilar de la Anarquía.
Y aquel y aquel y aquel,
todos ellos, unidos entre sí
por los lazos de la libertad,
serán la Anarquía.


6-2-1977



Aunque nunca lo supuse,
estarás aquí el día de mi óbito final,
presidiendo con tu pompa
el estallido de mis partículas,
que hoy han servido de cebo
para atraer hermosas promesas
a un hombre que se conforma con poco.
Poco me queda de hoy
y un eterno mañana
se presenta ante mis ojos,
muero cada día
y nazco, al siguiente, virgen de razones
y siempre tú, silueta esquiva,
eres verdugo de la experiencia,
pura y etérea como la nada.


6-2-1977



En un monumental teatro,
donde las máscaras son parte del cuerpo
y las sonrisas son sinónimo de tristezas,
donde lo ágil quita realidad a lo serio,
donde lo hermoso
es más importante que lo importante,
allí donde nadie es quien es,
sino, quien quiere ser,
donde el lacayo es rey
y el hacendado, santo varón,
donde el espacio infinito
está a unos metros de distancia,
donde la madre sonríe
y el hombre se enorgullece
de su terrorífico papel,
donde sirvieron señores
y absolvieron delincuentes,
con falsa sinceridad,
donde se escucha,
donde se habla,
donde se ríe sin ganas,
donde hiere el plástico
o hace de vendaje,
donde la muerte es perfectamente inútil
o totalmente transitoria,
allí donde todos se deshacen
de sus frustraciones mayores…
no me busquéis allí,
que no podréis encontrarme.


7-2-1977


Yo conozco los diamantes de la miseria,
yo sé dónde está la belleza,
yo he descubierto el arte con mis ojos
y aquel de vosotros que me plagie,
habrá logrado colocarse un sambenito
del que ningún otro hombre
podrá rescatarle.

Yo he visto la miseria de los hombres
y he visto, sin embargo, la belleza de sus actos,
encubiertos dignamente desde lo más hondo
y he visto, ensangrentándose el abdomen,
arrojar de sus labios cualquier prueba.

Yo conozco los diamantes de la miseria,
ellos lo saben y por eso me aman,
ellos lo saben y me lo agradecen.


7-2-1977



Somos inferiores a nosotros,
modestamente nos adulamos
y compadecemos nuestro destino,
maldiciendo sus contadas intervenciones.
No buscamos más allá de nuestras fronteras
por miedo a descubrir la verdad,
superior en mucho a nuestras posibilidades,
si algún día se agruparan
alrededor de nosotros,
todas aquellas ventajas despreciadas
llegarían, sin saberlo,
a ahogarnos en nuestra desdicha.
Eres una chica realmente extraña,
cuando patino por entre las ramas,
observo con decepción tu retrato
mancillado por el colectivo
como una muestra más de su desprecio.
La vida es lo más parecido
a la muerte lenta, lánguida,
tan confiada de nuestro arrinconamiento,
que ni siquiera nos hostiga,
eres un ente aislado
entre columnas de papel impreso
y a mí me gustaría entrar
en tu mundo surrealista
para demostrarte lo importantes que podemos ser juntos.


7-2-1977


He de luchar demasiado,
no puedo confiar en mis recursos,
ni siquiera sé si soy poeta,
“un buen poeta”,
que dirían algunos,
estoy escribiendo en el exilio,
entre la bruma,
lejos de la vida real,
anónimamente inexistente
y lo hago por vosotros,
siete mil trescientos hombres,
que formáis parte de mi historia,
de nuestra historia incompleta.



7-2-1977



Tal vez, tenga yo la culpa
o quizá, fueran otras las circunstancias,
lo cierto es que estaba equivocado,
no, no soy yo quién, para juzgarme,
pero puedo enmendar mis desaciertos,
cometidos por mi poca preparación para vivir.
Porque, entramos en la vida
con pasaporte falso
y sudando mares de sangre,
hasta conseguir el salvoconducto definitivo
y somos pasto de calumnias
y somos títeres de cabeza hueca
y ayudamos, inocentes,
a colgarnos un distintivo,
creyéndonos así más hombres,
ignorando, pues, nuestro caudal
y tropezando mil veces
con las mismas encerronas
y caemos, como niños,
en las eternas trampas.
Tal vez, la culpa
adorne muchas cabezas,
de mis padres, mis abuelos, mis hermanos
o de aquel desconocido,
que, a escondidas, me mostró la vida,
en diapositivas oxidadas por el uso,
tal vez, la culpa la tengáis vosotros,
que, arrellanados en vuestras posturas,
ignoráis deliberadamente la ignorancia,
porque se os hace difícil
desarrollar un argumento claro y limpio,
que conduzca a vuestros discípulos
a la comprensión llana.
Tal vez, la culpa sea mía
por haberos hecho tanto caso,
en lugar de renegar de vuestra cultura.



7-2-1977


Aquel que se acerque al mundo
con la única intención de honrarlo,
será concebido por todos
como hijo de la Anarquía,
aquel que, dejando fanatismos, 
se dedique a enseñar la belleza,
será honrado por la Anarquía,
aquel que desdeñe el lucro material
y acepte la realización intelectual,
será enseñado por la Anarquía,
aquel que consiga vencer
la diferencia entre hombre y humano,
será realizado en la Anarquía,
aquel que pueda trabajar
y ser parte de su obra,
será pilar de la Anarquía
y aquel y aquel y aquel,
todos ellos, unidos entre sí
por los lazos de la libertad,
serán la Anarquía.

7-2-77





Os oigo hablar del infinito
a vosotros, genios de la ciencia,
como algo inalcanzable,
como algo inexistente,
pero también os veo
manejar el infinito
como base de vuestros cálculos.
Oyéndoos y creyéndoos
me siento como el habitante de 1.400,
pensando que más allá del horizonte
se encuentra el fin del mundo.


9-2-77



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