martes, 4 de septiembre de 2018

PATRICIA o el arte de aprender a vivir Cap. 0





PRÓLOGO

          Patricia es una novela, que empecé a escribir, hace casi veinte años, con la intención de dar un contenido mágico y dramático a algunas experiencias personales vividas y que, transcritas, tal y como sucedieron, no iban a ser creídas como autobiográficas y serían tachadas de fantasías, así que inventé este juguete dramático, donde gran parte de lo que se relata, es real, otras cosas, no, pero jamás te confesaré qué sí y qué no...

        Durante uno de los periodos más impactantes de mi tragicómica vida, el proyecto se quedó parado, en un archivo, dado que la vida real era suficientemente absorbente, como para no dedicar nada a esta parte de la biografía.

         Hoy, pasados los años, lo recupero. No son más que trozos de una historia completa, de la que solo yo tengo la fuente. Porque, ni siquiera Patricia, estoy seguro, con su magnética capacidad de mentir y automentirse, coincidirá en muchas de las cosas ciertas ni tampoco en que las inventadas sean inventadas.

      Iré haciendo una recomposición con lo encontrado y lo iré rellenando con lo que recuerde y con lo que vaya inventando, que, te aseguro, no va a ser mucho, porque, esta vida es muy surrealista. Incluso me atrevería a asegurar que, más de uno, se habrá encontrado o se encuentra en situaciones parecidas. 

         Te aseguro que no vas a saber qué creerte, así que, mejor, léelo como fantasía y no te harás una imagen errónea de mí. Desde entonces a hoy, haber pasado del "lado oscuro" al lado de conciencia, cambia mucho a una persona en absolutamente todos los aspectos.

           Espero que no te entretenga demasiado. La vida no para, más que al final.





CAPÍTULO 0

¿UN SPOILER?





       Por fin, el teléfono ha dejado de sonar. Parece que al otro lado, quien sea, se ha dado cuenta de que hoy está llamando al número equivocado.

El agua de la bañera está caliente, tal vez un par de grados por encima de lo que mi piel está acostumbrada a soportar, pero no importa, no siento nada.

La espuma blanca se tiñe rápidamente, mientras la contemplo, casi con placer, aunque me resulta imposible reprimir un hondo gemido de angustia y miedo que me nace del estómago.

La música de Albinoni, en su punto exacto de volumen, ayuda a relajarme, tal como siempre lo imaginé. El Adagio en Sol Menor, que tantas veces me hizo acongojar, me ayuda hoy a descansar.

Son demasiadas emociones las que se cruzan en mi mente, mientras entorno los ojos para poder pensar. Por fin, puedo hacerlo, por fin, puedo pensar, al fin, tengo un momento para analizar lo sucedido, para ordenar mis ideas y mis sentimientos.
       Creo que desde el mismo momento en que nacemos, estamos abocados a la muerte, como guiados irremisiblemente por una fuerza centrífuga que nos empuja hacia un vacío interno y la trascendencia que ello pueda tener para nosotros y para nuestras vidas, depende en gran manera de los momentos vividos y de la intensidad de cada uno de ellos.

       No me siento contento, sin embargo, estoy satisfecho porque el final de la vida, que termina cómo y cuando yo deseo, me ha obsequiado los momentos más intensos de toda mi existencia, rompiendo con firmeza, más de cuarenta años de monótona ambigüedad, formalmente correcta. He sentido, en la más amplia acepción de la palabra sentir, he sido enormemente feliz y tremendamente desgraciado, he amado y odiado, he admirado y despreciado y todo ello, desde dentro, desde lo más profundo de mi ser. Con cada una de mis células nerviosas, he sido Dios, con cada una de mis neuronas, Lucifer, he sido hombre y animal, carne y espíritu.

       Ahora, todo se sucede vertiginosamente, en la lentitud de mi placentera agonía. Una sucesión de imágenes, queridas y antaño olvidadas, desfilan por mi recuerdo. Mis padres, mis hermanos, mis amigos, mi perro Looky, que me siguió fielmente desde su nacimiento hasta su muerte, cada una de las mujeres de mi vida, cada uno de los triunfos, cada uno de los desengaños...

       Quisiera no seguir pensando. Me duele el corazón y no quiero continuar con el ritual, pero es imposible, todos revolotean por mi mente sin que nadie los haya invitado. Mi primera cita, mi primer coche, mi primer trabajo como aspirante, cada uno de los hijos de puta con los que tuve que enfrentarme, mi infancia, mi adolescencia y... al final, Patricia, principio y fin de todas las cosas, causa y efecto de mis sensaciones, sentido y contrasentido de mi vida.

       Intento hacer un esfuerzo por ordenar cronológicamente los capítulos de mi vida con ella, haciendo honor, durante años, a toda una existencia de metódica pulcritud, pero me resulta imposible, todos los recuerdos se agolpan y suceden sin concordancia alguna, dominados, también ellos, por la anárquica ley del caos, que ha presidido mi existencia, durante los últimos años. Intento recordar cuándo fue el momento en que entró ella en mi vida, pero resulta imposible. Parece que su presencia ha regido mis actos desde el mismo día de mi alumbramiento.

       Patricia ha sido todo en mí, mi vacío y mi infinito y para alguien como yo, que nunca quiso creer en los designios, ella ha sido el objeto final de mi destino, al que me he dirigido sin saberlo, desde el principio de mis días.







No hay comentarios:

Publicar un comentario