miércoles, 20 de junio de 2018

Poemario 1976 (17)



…y sobre vuestras cabezas
caerá el peso de Dios,
Él sabrá hacer de vosotros
la pobre y débil masa
que rezumará odio
y taponará vuestras cuencas
con sus divinos mil dedos,
infinitos en la vida,
multiformes en la muerte.
Siempre hubo un Paraíso
para aquellos que supieron esperarse,
para los demás, el fuego.
Oíd, todos, mis palabras
antes del día del fin,
en que rodarán vuestras cabezas.

11-76



Eres algo más que un cuerpo
sometido al rigor de los excesos,
eres algo más que un sentimiento
inexplicable y difuso,
eres algo más que una palabra,
que jamás pudo definirte,
eres algo más que todo eso,
una sensación
cálida y helada a la vez,
eres más que una filosofía
y más, que la propia sangre
que, agolpada en la idea fálica,
produce sensaciones de placer incalculable,
eres algo entre la vida y la muerte,
entre lo lógico y lo imposible,
la mujer de mis sueños y la meta de mi vida,
el combustible de mi inspiración,
el calor de mi lecho y la nota de mi sinfonía
y estás, aquí, a mi lado, sin exigencias,
sin reprochar mi falta de autosuficiencia,
por eso, por todo eso,
gracias.

11-76



Las nubes apagarán el brillo de las estrellas
y el campo, en silencio, arrullará la despedida,
el hombre, alegre en su tristeza,
llorará con pequeñas lágrimas,
el jugo de las rosas de su sentir.
Entonces, los árboles robarán a la noche su misticismo
para dejar caer sobre mi féretro el último adiós.
Momentos antes de mi ruptura con la vida,
momentos antes de recibir a la muerte,
escribiré mi adiós en doce poemas,
que colgaré de sus garras
para que de fe de mi posible arrepentimiento,
Si el tiempo borrara, con su huella amarilla,
los trozos de vida de mis papeles,
lloraré desde mi tumba,
pues mi vida no tuvo otro sentido.
Si el hombre viviera mis pobres palabras
como yo he llegado a vivirlas,
me retiraré al descanso de los saturados
para contemplar, desde la nada, mi trabajo.


11-76



A veces, resulta difícil pensar,
recordar algunos tiempos que pasaron
y que, tal vez, no vuelvan a resurgir,
tal vez, ninguno fue tan bueno como pensamos,
pero lo pasado, a veces, se mitifica,
formando bandera para destruir lo presente,
para transformar lo futuro.
A veces, el hombre piensa
que su existencia se resume en momentos
y no se da cuenta del nexo entre ellos,
la verdad, a veces, resulta incómoda,
hace un análisis de su vida,
desde qie nace hasta que muere,
y la mide en fotogramas,
pequeños trozos de un film dramático
y se detiene más, ante los momentos de sufrimiento,
que ante los de dicha,
tal vez, porque estos pasan más rápidamente.


11-76



Llueven palabras del cielo,
la gente se agrupa en manadas,
que corren hacia el vacío
y nadie ofrece su mano al ciego,
que camina tanteando los baches,
para terminar sangrando en el asfalto.
Los perros humanos corren, enloquecidos,
tras la multitud temerosa,
mordiendo sin un ladrido
y el pobre, autodidacta en amores,
cabalga sobre sus piernas,
inseguro del buen criterio de sus razones,
golpeando con los labios
la chapa cristalina de una posibilidad,
confusa y remota en sus raíces,
como confuso y remoto fue su nacimiento.
Algunas palabras, perdidas en el aire,
intentan desbancar las palpitantes horas,
es, entonces, que el hombre vuelve a comprenderlo:
Ha llegado la hora de los inocentes.


11-76



Hoy, he visto, por primera vez,
el final de la vida transeunte,
he conseguido adivinar, porque sí,
el valor de las bellas palabras,
sin perjuicio de mi idea,
consigo modificar mi criterio
y sigo siendo, sin querer,
un hombre bueno e imperfecto.
El testamento de esta vida
se ajusta a lo irreal,
como las rosas de otoño
florecen en la mente del poeta,
he sido, y siempre seré,
uno de mis más fieles aliados
y espero no arrepentirme
cuando la hora de los premios
haya llegado.


11-76



Los principios de la imaginación
quedaron tan atrés como los trenes,
gigantescos héroes de acero,
que pasaron, veloces,
por montones de pensamientos fantásticos,
como bloques con vida propia.

La azul pesadilla del temor
es negra, ahora, en la integridad de un hombre,
solo falta el fuego, para deshacer
lo poco que queda de este pobre,
que camina por el mundo,
deseando imposibles, paso a paso.

He querido reflejarte en los segundos,
he querido revivirte en cada escena,
pero las dos han apagado tu voz,
para trensportar mis anhelos
fuera de la órbita de mis posibilidades.

Si el hombre antecede al dios
y, si precede, así mismo, al animal,
seré yo, quien destroce la cadena,
porque necesito volver a vivir.


11-76



Estoy oculto tras mi imagen,
huyendo de toda publicidad,
porque, cuando la vida adquiere
el carácter bucólico de pregunta infinita,
me sangran los ojos en llanto,
clamando por una estúpida venganza,
pidiendo, a gritos, las respuestas.
Estoy oculto, entre apariencias,
adoptando las posturas
más sencillas que puedo ofrecer,
soy gentil, alegre, despreocupado
y no puedo ver llorar a una mujer,
asqueado estoy del abismo en el que me encuentro,
abismo que me ahoga,
en silencio, poco a poco,
como la madre, que vio crecer,
demasiado pronto, para sí,
al hijo de sus entrañas,
que llegó a despreciar su propia sangre.
Como el fantoche, engalanado,
que preside las reuniones de la vida
con impotentes gestos de poder,
así, oculto en mi miseria,
me retuerzo, entre vómitos convulsos,
esperando, de vosotros, una mano,
una mano que no llega...
Vosotros, como yo, estáis ocupados,
ocultándoos detrás de vuestra imagen.


11-76



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