viernes, 18 de mayo de 2018

Poemario'78 (1)


No sé si podré llegar a explicar con palabras
todo aquello que siento en estos momentos,
estoy fatigado, muy cansado,
odio esta vida, que me empuja, día tras día,
hacia un mundo real y asqueroso,
donde el más y el cuánto están por encima de toda posible belleza,
donde hemos querido realizarnos, cientos de veces,
y siepre hemos fracasado,
donde somos manipulados y maltratados,
incluso, por aquellas personas a quienes amamos,
donde el amor suena a irrealidad, a sueño de adolescentes,
a cursilada poética,
estoy cansado de ver cómo me autodestruyo, poco a poco
y no puedo hacer nada por remediarlo,
pues camino hacia el horizonte de lo normal y lo cotidiano,
con los ojos cerrados, sordo e insensibilizado.
No sé si logro hacerme entender,
todas estas sensaciones
son sumamamente complejas para ser explicadas,
como si se tratase de algo nuevo,
a pesar de estar sufriéndolas toda la vida.
Estoy harto de buscar y buscar,
por entre la gente, las culturas y las fórmulas de vida,
algo que me traiga un indicio de verdad, de sinceridad,
de no estar equivocado,
una prueba de que estoy sobre el buen camino
o que, al menos, existe un camino.
No quiero buscar más,
quiero retirarme a un lugar apartado,
lejos de toda contaminación física y mental,
lejos de la vida, aún sin dejar de vivir, lejos de todo...
Y crear un nuevo mundo, algo ajeno a todo,
un mundo reducido y autosuficiente,
que poder brindar a dos o tres personas,
que logran creer en su posibilidad,
donde poder esperar, tranquilamente, sin prisas,
la llegada de la amalgama exacta,
donde poder meditar, libres de cualquier condicionamiento,
donde la vida valga tanto, como un año de buenas cosechas
o la caricia de la mano amada.
Esto es cuanto pretendo encontrar,
un lugar en el campo, donde escribir las más bellas composiciones,
donde poder amar sin límites,
donde poder sentir que, día a día, la vida rebosa de mis manos
y se esparce por la tierra, sobre los animales, sobre ti,
sobre ese niño pequeño que, tarde o temprano, amanecerá
y no sabrá de egoísmos ni de odios,
que oirá hablar de culturas, de amor y de comprensión
y no encontrará un significado para ello,
pues cultura, amor y comprensión, serán virtudes congénitas en él.
Y hablo, precisamente, de ti,
porque tengo pruebas, más que suficientes, de que buscamos lo mismo,
de que la muralla gigantesca, de la que tan seguro te sientes,
es tan frágil y delicada como tú, figurilla de porcelana,
falta de amor y sensibilidad, de dulzura, de irrealidades...
Me marcharé, te lo juro, me iré muy lejos,
a millones de kilómetros no geográficos,
a un lugar escondido del mundo, no para huir de la vida,
sino para enfrentarme a ella, de una vez por todas
y lo haré, aunque no quieras venir conmigo,
aunque signifique, para mi, perder algo,
que por fin, había conseguido verdaderamente puro,
aunque se abra, en mi pecho, la más gigantesca de las heridas,
que, tarde o temprano, cicatrizará
y, cuando suceda, habré conseguido superar muchas de las circunstancias,
que, ahora, me está hundiendo en el fango colectivo y absurdo.
No sé si conseguirás comprenderme,
incluso, para mi, resulta bastante ininteligible,
pero, aquí dentro, en mi cabeza, está muy claro,
solo puedo decirte que te quiero
y que no entiendo de diferencias a la hora de amar,
te quiero y, para mi, es suficiente,
sin aliños ni aclaraciones, sin distinciones ni grados,
te quiero, limpia y llanamente
y espero que este escrito te aclare un poco las cosas.
No sé si conseguirás descifrar todo cuanto siento,
pero, si decides que estoy equivocado y es cierto,
volveré, algún día, para darte la razón.

11-2-78

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