Se que existe ese lugar,
incluso, creo haberlo visto, en alguna ocasión,
también se que existe ese ser en mi,
pues, alguna vez, lo he notado,
solo una duda me corroe el cerebro,
¿existes tú?, ¿existe la mujer para quien soy?
La vida, en efecto, importa poco,
la trazo, la destruyo y zarandeo a mi antojo,
tomo detalles buenos o malos, desecho otros,
todo, según mi estado de ánimo,
pero, ¿puedo imaginarte a ti?.
Soy consciente de lo consciente
e intuyo lo inconsciente,
conozco, ignoro, temo, ataco,
me siento autosuficiente o desamparado,
soy quien quiero ser, siempre ha sido así,
pero no soy capaz de crearte.
Vivo bien o mal, cada segundo,
amo, traduzco, escupo, amo: soy...
y soy, por propia voluntad,
Pero ¿y tú? ¿qué lugar ocupas?
1-6-78
Camino lentamente por la calle,
mis ojos arrastran la mirada por el suelo,
humillados por el peso de la preocupación,
no tengo una meta determinada,
tan solo, caminar, seguir hacia adelante,
hasta encontrar aquello que no busco.
Al levantar la mirada,
tropiezo con unos ojos maravillosos,
que huyen, desesperados, al sentirse observados,
este detalle me contraría ¿por qué?
vivimos en un mundo de desconocidos,
de millones de seres ignorados,
que no mueven, ni un solo dedo, por romper el hielo.
Mis ojos, ahora, tienen una misión
y buscan y buscan, entre la gente,
con la esperanza de hallar un motivo para comunicarse,
una excusa para mirar sin temor
a un par de pupilas deconocidas
y sentirse arropados por otra mirada.
Pero, en su búsqueda, tan solo, encuentran
restos de mirada, ojos que se arrastran por el suelo,
humillados por el peso de la preocupación.
9-6-78
En medio del espacio,
entre la oscuridad y el fulgor
de millones de estrellas, que brillan,
permanece estático, como muerto, un bajel,
los restos del gran naufragio.
Sobre su cubierta, yace una túnica blanca,
perteneció, en algún momento, a la vida
y poseyó, seguramente, la maravillosa satisfacción
de arropar un delicado cuerpo de mujer.
En uno de sus pliegues se esconde
una pequeña llama, que tímida,
vela por su supervivencia,
allí, reposan ambas, la vida y la muerte,
en espera de tu llegada.
Porque, tanto tú, como yo,
sabemos nuestros destinos y, por ello,
esperamos el día señalado para partir
hacia el infinito por la senda de los susurros,
acompañados de todo cuanto amamos
y emprender, por fin, la reconstrucción
del bajel, que ha de albergar
toda nuestra vida y toda nuestra muerte.
9-6-78
Recojo mi espíritu, una vez más
e intento apagar la llama que me destroza,
estoy cansado de vivir, por hoy,
de sentir la desesperación brotando por mis poros,
ha llegado el momento de morir, como cada noche.
Te he buscado con insistencia,
tal es la necesidad que impera mis sentidos,
he intentado reconocerte
en cada una de las personas que me he tropezado,
te necesito, ¡te necesito!,
la única fuerza que me alimenta es intuirte,
porque se que estás ahí, al otro lado de la calle
o en un balcón, regando unos geranios.
He intentado convencerme de que me es posible vivir sin ti,
puedo estar muy bien sin encontrarte,
esta mañana, bajo las aguas del océano,
era el más feliz de los mortales, danzando en la profundidad,
nada había que se opusiese a mi alegría,
salvo un detalle vital: necesito respirar, necesito oxígeno,
no puedo vivir mucho tiempo sin él
y, a ti, te necesito, como al aire que respiro, a cada paso,
por eso, cada noche, se visten de luto y lágrimas mis ojos,
porque, vivir sin encontrarte
es como sentir morirse, cada noche,
una doliente parte de mi ser.
6-8-78
Recogerán, de mis labios, el verbo,
de mis ojos, el llanto,
de mis manos, la súplica,
esparcirán, sobre la tierra, mis cenizas
o las de mi nombre, que son mías,
el eco de mis gritos dará el sonido
y nadie habrá oído, jamás, hablar de mi mensaje,
solo yo se cuanto camino,
solo yo, si estoy cansado,
dos o tres me adularén,
reirán todas mis gracias, sin reposo,
tomarán mi simiente y la replantarán
en el cotidiano mundo de los injertos
y, tan solo uno o dos, intentarán comprenderme,
pero nadie, más que yo,
habrá sufrido tanto, por tan poco,
retirarán, de mi memoria, lo malsano,
tapando, con mi cuerpo,
la hedionda llaga de la vida,
un hábito rosado cubrirá mi ausencia,
mientras, un negro manto, de dolor y luto,
ocultará, entre alabanzas, mis malos actos
y allí, tan solo yo, sin ser,
sabré, de todo, la verdad
y, tal vez, alguien, alguna vez,
incluso llegue a lamentarse
¡por no habrme conocido!
7-8-78
Todos duermen,
mientras, la feliz mujer, preñada de amor,
imagina la hermosura del tesoro que guarda.
Todos trabajan... o mueren...
y el poeta imagina...
la mujer de sus sueños,
el niño de sus sueños,
el mundo de sus sueños.
24-8-78
Quisiera tenerte entre mis manos
para decirte cuánto te odio
y escupir, sobre el eccema de tu podrida cara,
todo el veneno que almacena mi vesícula,
me gustaría golpear tu sucio cuerpo,
con los mismos puños que muerdo,
cuando lloro de rabia en mi habitación
e ir destrozándote, lentamente,
desfigurando, aún más,
tu ya desfigurada imagen,
me gustaría patearte las tripas,
pisar tu cabeza
y machacarte las manos con un martillo pilón,
por cada hombre que mataste,
hundirte los dedos, una y otra vez, en los ojos,
me gustaría ir delante de tu cuartel, de tu cárcel,
de tu campo de concentración
y gritarte: ¡Hijo de puta! ¡Hijo de puta!,
pero... veinte años de educación reaccionaria,
son demasiados palos en la misma estera,
para poder borrar el miedo en un día.
31-10-78
El silencio, desnudo,
ha cubierto tu ausencia,
me siento borracho de idiotez,
me odio, desprecio cualquier palabra,
que provenga de mis labios,
con su odioso eructo de sinceridad,
paradójica sinceridad,
que arrasa todo cuanto toca
y se oculta, traicionera,
cuando es más necesaria.
Contemplo mi cuerpo desnudo,
estéril, solitario, que padece
porque sufre el alma
y lloro, en silencio,
y abofeteo, con rabia, mi cara,
hasta hacer estallar, en ella,
el rojo encendido de mi sangre
y te imploro, llorando, que regreses,
pero no me escuchas,
pues el silencio, desnudo,
ha cubierto tu ausencia.
8-11-78
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