No puedo dibujarte,
no fui bueno, nunca, con el lápiz,
pero, tan nítidamente te siento,
que no me canso de intentarlo.
Te veo claramente,
tu rostro se acerca
y, con un dulce beso,
depositas, en mi frente, nuevas esperanzas,
Entonces, estoy contigo,
se que no he de abrir los ojos para verte,
que, solo con alzar los brazos,
puedo rozar tu piel
y adentrarme en tu infinito.
Y todo cambia para mi,
el mundo ya no existe,
solo, tú y yo
podemos inventarlo.
Una luz,
en el espacio,
nos indica el camino hacia lo eterno
y miles de fantasías
revolotean alrededor,
reteniendo, en su regazo, un retrato
de amor.
Soy feliz, me sé feliz,
tu silencio
no es oscuro, cuando me miro en tus ojos,
escucho
tus paisajes, tus rincones, tus secretos,
mientras, tu corazón
pasea sus latidos por mi cuerpo.
Una melodía, preñada de colores,
inunda mi sistema nervioso,
deseo hacerte el amor
y mi cuerpo fluye
y penetro en ti,
mi mente se estasia en un orgasmo,
pleno de satisfacción.
Pero todo termina,
tarde o temprano,
intento retenerte,
dilatarme en tu vientre,
pero, lentamente, te desprendes,
te vas.
Mi mano, estéril,
se aferra a tu vestido escurridizo,
¡quiero gritar!,
¡no puedes dejarme ahora!,
te necesito tanto...
Una lágrima acaricia mis ojos,
amanece la tristeza
y tu no estás a mi lado,
pero sé que volverás,
mis manos, contraídas bajo mi vientre,
te lo suplican.
La nebulosa de tu recuerdo
me envuelve, un día más,
no puedo dibujarte, aunque lo intento,
caminaré, adormilado, entre la gente,
con la mirada
fija en el horizonte,
esperando
que, al anochecer, una vez más,
te reúnas conmigo.
1-1-79
A veces,
no comprendo lo que escribo...
...porque lo siento.
30-1-79
CARTA A PILAR
Donde las encinas crecen, envejecidas en su verdor,
y las zarzas defienden sus tesoros
con materno amor de hembra salvaje,
donde la caricia del sol calienta el aire
y la tierra inunda el alma con su sudor seco,
donde el olor curtido de la raza arrastra el pensamiento,
envolviéndolo en negras sayas de añoranza,
te conocí un verano, pronto en mi camino.
Un mundo nuevo abría sus puertas ante mi
y, a cada paso, millares de sensaciones
se brindaban a mis ojos, incitantes, desinteresadas,
los pinos, la paja, el fulgor del hogar, el trabajo en el campo,
la vida misma, besando, a cada paso, mis mejillas
y la sonrisa de aquella hermosa mujer,
aún recuerdo su semblante lleno de amor,
sus ojos y sus labios me acompañan, todavía,
en las angustiosas noches de tormenta y soledad
y me ofrecen su calor de madre universal,
de perfección terrenal inalcanzable.
Fue fácil enamorarse de ti,
te parecías demasiado a tu madre,
eras la gota de rocío que bañaba la rosa de su cara,
tu inocencia se enredaba entre mis sentidos,
los acariciaba con ternura y con cierta melancolía,
haciendo enormemente feliz, hasta la última de mis fibras,
era como un hermoso juego entre los valles,
¡cuánto os amé, a las dos, aquel verano!
Pero el tiempo fue corto y hube de seguir mi ruta,
entonces, aún tenía futuro y camino,
sabía que volveríamos a vernos y no me dolió,
no recuerdo, tan siquiera, el momento de la despedida,
el camino había de continuar y ella y tú estaríais allí,
no importaba cuan largo fuera, volvería a encontraros.
Al recibir la noticia de su muerte,
mi corazón se agrietó y mis ojos se bañaron de dolor,
no sabes cuánto lloré aquella noche,
soñé contigo, llorabas junto a mi, en su regazo
y ella nos besaba y nos consolaba, acariciando nuestras cabezas,
tus trenzas brillaban más que nunca,
su voz nos mecía mejor que ninguna noche.
Tardamos años en volver a hablar,
aunque, en realidad, nunca fui capaz de hacerlo,
porque cuando te amé, no lo necesitaba
y ahora, que te encontraba de nuevo, ya no era el mismo,
me habían cambiado tanto, que ya no quedaba en mi sensaciones.
Me explicaste tus problemas y no hice más que aumentarlos,
te acercaste a mi con las manos cansadas, pero abiertas aún
y solo encontraste una tenebrosa obsesión,
una fiebre enloquecida que me zarandeaba como a un trapo,
no supe, nunca, tratarte como te merecías,
te desprecié, te ofendí, escupí en tu rostro toda la amargura del mundo,
ni un poco de amor, ni una migaja de comprensión para ti.
Ha vuelto a correr el tiempo entre nosotros,
esta noche, me revuelvo entre las sábanas, sin dormir
y me acuerdo de ti y de mi, de las zarzas y las moras,
de tu madre y el hogar, de las canciones que aprendimos juntos
y quiero limpiar el recuerdo, pesa demasiado en mis hombros,
ya es tarde, demasiado tarde, son, nuevamente, muchos los años,
la vergüenza me ha silenciado todos ellos,
por eso te escribo estas palabras,
porque alguna noche, me revuelvo en la cama, insomne
y me acuerdo de vosotras con el amor de la primera vez.
15-4-79
La luz se difumina en mis ojos,
arropado con un manto de soledad,
la tristeza
agarrota mi garganta
y se adueña de mi pecho,
siento la soledad, marchitándome el alma
y una triste canción de amor
va, de un lado para otro,
arrastrando pesadillas.
Cuando pienso en ella,
todo es distinto,
la esperanza
mitiga la tristeza
y me lleva a su mundo de fantasía.
Así, podría vivir toda la eternidad,
pero los sueños se disuelven al amanecer,
arrojando mis anhelos
a un profundo abismo de realidad,
tan solo, una palabra,
cambiaría mi vida,
tan solo una...
Pero, a veces,
las palabras se olvidan,
se esfuman,
ya no existen en mi vida,
son mitos,
irrealidades,
utopías de un alma moribunda.
Si pudiera encontrar la fórmula,
si supiera la clave
para entrar en su vida,
si consiguiera forzar, por un momento,
la cúpula de su indiferencia,
el mundo se borraría en sus labios
y un sendero
de flores
me llevaría a su alma
por el universo de sus ojos,
a un mundo de tonos suaves...
Así quisiera que fuese,
así la sueño,
cada noche,
mientras, un puñado de lágrimas
surcan mi mejilla.
4-9-79
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