miércoles, 10 de abril de 2019

Esclavos Anónimos del Mundo 2




SOBRE EL TRABAJO ESCLAVO:

Charles Bukowski

          La esclavitud nunca fue abolida, sólo se amplió para incluir todos los colores.

          Lo que más me duele es la pérdida constante de humanidad en aquellos que pelean para mantener trabajos que no quieren pero temen una alternativa peor. Pasa, simplemente, que las personas se vacían. Son cuerpos con mentes temerosas y obedientes. El color abandona sus ojos. La voz se afea. Y el cuerpo. El cabello. Las uñas. Los zapatos. Todo.

          Cuando era joven no podía creer que la gente diera su vida a cambio de esas condiciones. Ahora que soy viejo sigo sin creerlo. ¿Por qué lo hacen? ¿Por sexo? ¿Por una televisión? ¿Por un automóvil a pagos fijos? ¿Por los niños? ¿Niños que harán justo las mismas cosas?




          Cuando era joven e iba de trabajo en trabajo, era suficientemente ingenuo para a veces decirle a mis compañeros: “¡Eh! El jefe podría venir en cualquier momento y echarnos, así como así, ¿no se dan cuenta?”. Ellos lo único que hacían era mirarme. Les estaba ofreciendo algo que ellos no querían hacer entrar a su mente.

          Ahora hay muchísimos despidos, se cuentan por cientos de miles, y sus rostros son de sorpresa: “Estuve aquí 35 años…”. “No es justo…”. “No sé qué hacer…”. A los esclavos nunca se les paga tanto como para que se liberen, sino apenas lo necesario para que sobrevivan y regresen a trabajar. Yo podía verlo. ¿Por qué ellos no?

          Escribí con asco en contra de todo ello. Fue un alivio sacar de mi sistema toda esa mierda. Y ahora estoy aquí: un “escritor profesional”. Pasados los primeros 50 años, he descubierto que hay otros ascos más allá del sistema.

Recuerdo que una vez, trabajando como empaquetador en una compañía de artículos de iluminación, uno de mis compañeros dijo de pronto: “¡Nunca seré libre!”. Y uno de los jefes que andaba por ahí soltó una carcajada deliciosa, disfrutando el hecho de que ese sujeto estuviera atrapado de por vida.




          Así que la suerte de haber salido al fin de esos lugares, sin importar cuánto tiempo tomó, me ha dado una especie de felicidad.

          Ahora escribo esto con una mente vieja y con un cuerpo viejo. Y no haber desperdiciado por completo la vida parece ser un logro, al menos para mí.

Charles Bukowski















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