lunes, 9 de abril de 2018

Poemario 1976 (9)

Lo asimétrico de su rostro
daba a conocer la rara enfermedad
que, hacía tiempo, le carcomía.
Su carácter, otras veces orgulloso,
comenzaba a tornarse agrio y seco,
humillado y resentido.
Su propio orgullo se espesaba
y le impedía reconocer la derrota,
la pérdida de sus dominios.
Tal vez, a solas, lo pensara,
tal vez, quisiera arrepentirse
o poder volver a la normalidad.
Pero el mundo, que había construido
alrededor de su pedestal
la impedía ser él mismo.
7-76


Escucho sus palabras en silencio
y entreabro mis ojos apagados,
para ser testigo de su mágica belleza,
que, otros tiempos, inspirara.
Perdono su dominio sobre mí,
relajando mis miembros
de la tensión de la vida,
para ser elevado por su inercia.
Jamás habré sentido otras palabras,
que las emitidas por su soplo,
que obliga a mi materia
a sentirse apagada por su brillo,
ni otra imagen, que su imagen,
cristal de acero,
perfecto en sus aristas.
Es el fantasma de la fantasía
y yo, su esclavo más humilde.

8-76


Si representas, para ti, toda la gloria,
si jamás encontraste nada parecido en tu viaje,
si, para el podrido, significa tu perdición,
ten toda la certeza de que has elegido el mejor camino.
Si, cuando vas a buscar a la fuente
la savia que te ha de limpiar los ojos,
encuentras en el fondo la verdad, escamoteada,
no te conformes con la claridad de su fluido.
Si, algún día, recuerdas las máximas de la niñez
y vuelven a tu mente, con buenas noticias,
si de verdad creíste, alguna vez, en la inocencia,
regálate con un poco de nostalgia.
Si, sintiendo, sobre tus hombros descargados,
el peso de las responsabilidades inútiles,
decides buscar un remedio que las clarifique,
aparta tus migajas del pico de la crisis,
que, algún día, saldrá el sol con más fuerza,
para recordar que no eres la mitad de lo que crees.
Así, vive el cerdo, rodeado de mierda
y su carne resulta exquisita,
así, vive el pavo, rodeado de pomposidad
y sus plumas resultan hermosas a la vista.
Así, vive el hombre, entre miseria
y su pobreza se le antoja, a alguien, apetitosa.
Eres igual que la nada, vacío y silencioso
y no eres nadie sobre nadie,
no te esfuerces en parecer algo más,
que, igual muere el sabio, que el idiota.
Palabras son, estas, que me escupe a la cara
la realidad del mundo en el que me desarrollo,
crueles y sinceras palabras que, con certeza milimétrica,
hacen, de mí, el más fiel de los retratos.
Otro tiempo vendrá con sus rudas tareas
a apartarme del absurdo envoltorio egocentrista,
pero entonces, será tarde para el poeta,
que habrá visto pudrirse, poco a poco, sus palabras.

8-76


Galopad, sobre vuestros caballos,
cargando hacia lo inútil de la inteligencia,
despegando del suelo las palabras,
para utilizarlas, luego, en el juicio de la mente,
asesinad, sin falsos remordimientos,
el crepúsculo azulado, que vierte la vista,
ya cansada de tanto pus
y vestid los colores negros de la vida,
que os ha tocado en suerte
como regalo de otras existencias,
así mismo, destrozad las caricias
que, en otro momento, sentisteis acogedoras,
aunque seáis lo único que vale,
jamás lo deis a entender
a los ciegos cerebrales,
insensibles a las bellas palabras,
cobijaos en la oscuridad de una cueva,
para renacer, triunfantes, sobre la miseria,
la miseria de la riqueza,
que ondea sobre los cuerpos materializados,
dando fe de una sorprendente nulidad,
pensad en el poeta como amigo de la nada
y nadad en el holocausto de las supercherías,
conservando intactos vuestros encantos,
sensibles a la luz de la materia,
como topos inmersos en la fosforescencia,
pero, jamás, dudéis de vuestra integridad
como entes filosóficos de la imaginación,
maravillosa fantasía polícroma,
dentro de este inútil viaje por lo racional.

8-76


Si he escogido el camino más difícil
para llegar a la mayoría,
que aprisiona la realidad de mi estado,
es por ver, más de cerca,
la estupenda vida que me tocará vivir.
Salen palabras, por la punta,
desvirgando la blancura del papel,
para dar fe de mi preocupada existencia,
escribo para mí, lo necesito,
como necesito, también, vuestros elogios.
He nacido hombre y poeta
y, como hombre, he de morir,
quedando la inmortalidad
reflejada en estos folios,
que son trocitos de mi vida.
No es posible que el poeta muera,
siempre, habrá alguien
dispuesto a llorar unos momentos:
seré polvo y memoria.

8-76

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