domingo, 29 de abril de 2018

Poemario 1976 (11)

Puede ser que vivamos de verdad,
es posible que amemos sinceramente,
tal vez, creamos en nuestras palabras,
pero somos máquinas, manejadas
por seres inferiores a nosotros,
que permiten nuestros movimientos
por un beneficio irrisorio.
Escupiré en mi rostro, hacia arriba
y, posiblemente, me encuentre con otro,
que estará esperando mi despertar
de esta vida oscura, de carreteras interminables
y malditos juegos llenos de trampa,
vacías de amor, como de inteligencia.
Tal vez, el día sea mañana
y no volváis a verme más,
arrellanado en la silla magnética
de esa oficina intrigante,
nos encontraremos en el valle
y no hablaremos del pasado.
Somos, pues, los rebeldes que esperamos
y, he, aquí, que acabo de descubrirlo.

9-76


He intentado detener el tiempo,
como último recurso
de la esperanza que me atosiga.
Necesito que las horas
duren siglos,
para conseguir la perfecta visión.
Aunque no sepa la realidad
de la siembra infructuosa,
conseguiré encontrar sus raíces.
El tiempo es mi enemigo,
necesito, necesito, necesito
y no consigo superarlo,
he buscado mil excusas
y ninguna resultó,
destruiré el mundo,
hasta conseguir mi meta,
a pesar de mí y a pesar de todo.
Cuando pienso en el tiempo
que me es necesario
para reunirme en mi valle,
y me encuentro sentado,
escribiendo, sin más,
mis pensamientos impotentes,
vomito la desgracia sobre la excusa
y sobre mi propio cuerpo,
porque nací para algo más,
para vivir la vida
de un modo distinto,
de una manera aislada, no solitaria,
perfecta y maravillosa.

9-76


He de reencarnar mis sueños
en las noches de soledad
junto al lecho vacío y frío
donde pasé las horas más importantes
de toda una vida.
Entonces, sabré la verdad
de los que aman mis palabras
o los que besan mis labios
con descarada hipocresía.
La hora de la muerte,
que llega para todos,
como un regalo de Natura,
vendrá a desenmascarar
a hombres y mujeres,
limpiando sus cuerpos de posiciones.
Y yo, ahí, en medio,
metido en una caja de madera,
sonreiré, por fin, feliz
de que todo haya terminado.
9-76


Perdona que no haya ido a tu entierro,
perdona si no he ido a despedirme de ti.
Encuentro fulminantemente horrible
despedir a un ser querido
y dar la bienvenida a la muerte,
reconociéndole un nuevo triunfo.
9-76 


Volví a verte,
no lo esperaba
e inmediatamente, a mi memoria
volvieron nuestras últimas palabras.
Volví a ver, en tu rostro,
la sonrisa que me conquistara,
esta vez, me decía:
“No sé qué decirte”.
Volví a verte
Y hubiera querido
decirte muchas cosas,
pero también sonreí,
tal vez, otro día…
Creí haberte olvidado,
pero no,
soy más fiel
que todo eso
y, sin embargo,
todo fue tan artificial,
tan falto de sentimiento,
tan frío…
Volví a verte,
estaba algo cambiado,
pero continuaba llorando
por lo estúpido que fui.
Volví a verte
e, inmediatamente, a mi memoria,
volvieron nuestras últimas palabras…
- Gracias.
- Adiós.

10-76


¿Dónde está el amigo?
¿Dónde, el poeta?
¿Dónde, ahora que lo necesito?
Ahora, que el tiempo, podrido al fin,
clama por su venganza
y busca en mí la revancha.
¿Dónde está el amigo?
¿Dónde, el poeta?
Ahora, que pienso
como jamás antes lo hiciera
y veo con todo mi cuerpo,
con toda su superficie
y siento con mis labios
el calor del odio.
¿Dónde está el poeta?
Ahora, que en la lucha
no hay vencedores ni vencidos,
sino puercos que masturban sus sentidos,
con mágico placer, con fanática ignorancia.
¿Dónde está el amigo?
¿Dónde, el poeta?
Ahora, que los ojos
se ahogan en sus cuencas,
enfermos de tanto llorar,
cansados de tanto consentir,
ahora, que los dientes
pueden morder el labio
hasta que brote la sangre,
bendición de los verdugos.
¿Dónde están?
Ahora, que el encierro
no admite rebeldías,
ahora, que esta cárcel de madera
me impide realizarme.
¿Dónde está el amigo?
Ahora, que estoy muerto
y tengo prohibido
salir del camposanto.
¿Dónde está el poeta?
¿Dónde está el amigo?
¿Dónde están ellos dos?

10-76

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