Supongo que, en algún momento, hablaré aquí de cómo y por qué me planté y decidí tomar las riendas de mi vida a mi manera. Fue cuando llegué a la conclusión de que todo lo que había estado viviendo y todo lo que había estado creyendo, a lo largo de toda una vida de entrega y sacrificios, era mentira.
En ese momento, decidí elegir, yo, lo que quería creer. En esta era de la información, plagada de mentiras, también hay otras informaciones y tenemos la posibilidad de discernir, comparar, discrepar y elegir ejercer el tan cacareado libre albedrío.
Elegí la cultura Maya, después de mucha consulta y tras contrastar sus cálculos, sus calendarios, su concepto de la universalidad, todo me ha ido encajando. Pero, de esto, también hablaré en otro momento, porque hoy lo que me apetece es hablar de lo que anuncia la imagen de arriba.
Porque, según el calendario maya, este año, que acabamos de empezar, va de eso, precisamente.
Ya hace años que renegué de mi condición de hombre, de macho, de competitivo duro e inmisericorde y me zambullí en mi interior en busca de la mujer que todos llevamos dentro. Dejé de sentir con la cabeza y empecé a pensar con el corazón. No fue nada fácil. He pasado por numerosas y dolorosas crisis personales. Todo se desmoronaba, una y otra vez, porque estaba remando contra corriente. Pero no dejé de buscar, en mi, lo que siempre había estado buscando fuera...
Creo que la encontré y me llevé la gran sorpresa, porque, no sé si influenciado por la cultura de adoctrinamiento patriarcal y heterosexual recibida, seguía detestando mi condición de hombre y, aún sintiéndome mujer, seguía sintiendo la misma atracción de siempre por las mujeres, o sea, si se me mira bajo el prisma de esta sociedad en la que decimos "vivir", si me operara y me cambiara de sexo, como hacen tant@s, yo sería transexual lesbiana. ¡Quiero ser mujer y me gustan las mujeres!
No tiene ningún sentido, así que, aún sabiendo que me pondría en contra a gran parte de las personas a las que amo, (no les importe, porque mi amor es incondicional y no les va a fallar), decidí plantarle cara a, bajo mi nuevo punto de vista, del que me responsabilizo totalmente, la inocente idiotez de la lucha de géneros.
El amor no entiende de sexos
Y este año nuevo "maya" me he volcado en la tarea de trabajar en mi lo que quiero que sea la (r)Evolución de todas, todas esas cualidades que espero contagiar a cuantas pueda, para perfilar el nuevo mundo que estamos fabricando entre todas.
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