El lunes pasado, Ala’a Salah se convirtió en un icono de la lucha contra el poder autocrático de su país, Sudán, por una foto viral tomada en una manifestación.
Vestida con una túnica blanca, de pie sobre un coche, arengando a la multitud frente al cuartel general del ejército, su foto recorrió las redes sociales. Contaba la historia de las mujeres sudanesas, que por fin, tienen una voz firme.
"Las mujeres sudanesas siempre han participado en las revoluciones en este país", dice Ala'a Salah.
Su figura y su vestimenta le han valido el apodo de "Kandaka", o "la reina nubia", en referencia a los soberanos que han marcado la historia de la región en la antigüedad.
Según esta estudiante de arquitectura e ingeniería de la Universidad Internacional de Sudán, en Jartum, la historia de su país está marcada por reinas influyentes. "Es parte de nuestra herencia", dice ella.
"Quiero hablar en nombre de los jóvenes. Les agradezco desde el fondo de mi corazón, la lucha por un Sudán democrático y próspero, no nos inclinaremos ante Bashir, el dictador tirano", escribió en un mensaje ampliamente compartido. Esta imagen de Sudán aparecerá en los libros de historia.
Blanco es el color para las mujeres trabajadoras de la ciudad y el color del algodón que trabajan las mujeres del campo. De blanco vestían sus abuelas protestando contra las anteriores dictaduras. Sus pendientes de luna son símbolo de la feminidad en Sudán. Cantando coreada por la multitud, la mujer de blanco consiguió poner cara a las protestas que llevan meses agitando el país.
Mujeres dispuestas a "defender a toda la comunidad"
Desafiando el gas lacrimógeno, los sudaneses han estado protestando desde el comienzo de la protesta. Por quinto mes consecutivo de mítines frente al cuartel general del ejército, los manifestantes piden al ejército que los apoye en su oposición al presidente Bashir, quien ha dirigido el país con puño de hierro durante 30 años. La jornada del lunes terminó con un soldado muerto que trataba de proteger a los manifestantes.
"Las mujeres están involucradas masivamente en tales movimientos, no solo para luchar por sus derechos, sino para defender a los de toda la comunidad (...) No hay diferencia entre los dos", dijo Ala'a Salah. "Las mujeres sudanesas siempre han alentado a los jóvenes a luchar".
Por lo tanto, es natural que ella se uniera a los manifestantes desde el principio del movimiento. "Estoy muy orgullosa de participar en esta revolución y espero que logremos nuestro objetivo", dice.
Todo su atuendo rememora a la ropa que llevaban madres y abuelas en los años 60, 70 y 80 cuando salían a las calles a manifestarse contra las dictaduras militares anteriores.
Siempre es inspiradora la imagen de una mujer guiando a su pueblo y, en este caso Salah ha cumplido un papel importantísimo, lanzando al panorama internacional un conflicto que estaba casi silenciado. Las dictaduras africanas han sido siempre opresoras de la población y sobre todo de las mujeres, por lo que ser mujer revolucionaria tiene un valor incalculable comparado con las feministas blancas.
¡Revolución! ¡Revolución! ¡Revolución!
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